JUAN GOSSAÍN ABDALLAH
NACIMIENTO 17 de enero de 1949
San Bernardo del Viento, Córdoba, Colombia
NACIONALIDAD. Colombia
OCUPACIÓN. Escritor, periodista, Jefe de noticias noticiero RCN Radio
GÉNERO. Narrativa Periodística.
Su vida comienza en San Bernardo del viento donde realizo la primaria y estudios secundarios en el colegio de la Esperanza en la ciudad de Cartagena de Indias, reside en Cartagena de Indias desde el año 2010, Juan Gossaín Abdala ha tenido un gran reconocimiento debido, primordialmente, a su vinculación como reportero en las cadenas radiales más importantes del país.
Durante mucho tiempo gastó sus días recogiendo historias de familias colombianos; inmigrantes que huían hacia Venezuela en busca de trabajo, desocupados que viajaban hacia la Costa Caribe para enrolarse como cosecheros en las plantaciones de algodón, y músicos de las llanuras y los valles que recordaban su vida en medio de las parrandas vallenatos y los festivales de cumbia y porro.
“CRÓNICA DE DÍA” es una de sus obras, en ella presenta a sus lectores algunas de estas historias, y les permite conocer la labor periodística de uno de los escasos cronista que alguna vez persistieron. Don Juan Gossaín nació en San Bernardo del Viento (Córdoba – Colombia) en enero de 1949. Inició su trabajo periodístico en el Espectador de Bogotá. Se desempeñó como Jefe de Información Periodístico El Heraldo en Barranquilla. En la época de la bonanza marambera de la Costa Caribe público su primera novela, “LA MALA HIERBA”, que fue un éxito no solo para sus lectores sino también televisivo, pues de ella se hizo una novela.
Una selección de sus crónicas publicadas en la revista Semana de Colombia fueron recogidas en el libro “LA NOSTALIIA DEL ALCATRAZ”. Y en el 2006 la Revista Diners y la Editorial Planeta publicaron su segunda novela. “LA BALADA DE MARÍA ABDALA”.
Hasta el 30 de junio de 2010 Don Juan Gossaín se desempeñó como Director Nacional de Noticias de la Radio Cadena Nacional de Colombia (RCN Radio) anuncia que seguirá vinculado como asesor periodístico y retomara sus facultades como escritor de novelas.
Es uno de los periodistas más admirados y de mayor credibilidad en el país sudamericano.
En sus escritos más recientes ha tratado el tema de las Chuzadas (interceptaciones ilegales de comunicaciones) por parte del DAS.
Hasta el día 30 de junio de 2010 fue el director nacional de Noticias de RCN radio.
OBRAS.
• La mala hierba (1982)
• La nostalgia del alcatraz
• La balada de María Abdala (2006)
• Puro cuento
• Etcétera (22 de noviembre de 2008)
• Crónica del día
• La muerte de Bolatriste.
ÚLTIMAS NOTICIAS DE COLOMBIA Y
EL MUNDO – EL TIEMPO.
¿PRIORIDAD 1? No me hagan reír
Doña Eusebia Rivera viuda de Melguiso tiene 97 años de edad y sufre de artritis crónica. Con todos los documentos en regla, solicita que la reconozcan como sustituta en la pensión de su marido. No ha sido posible. Ni siquiera le cuestan sus peticiones.
En la carátula de su carpeta le pusieron “prioridad 1”, el nombre que les dan a los más ancianos. Debe de ser porque son los primeros a quienes engañan.
Leónidas Rodríguez Sánchez es un ejemplo patético. Le negaron la pensión. Entabló una tutela y ganó. Colpensiones que es de propiedad del Estado, no le hizo caso al fallo judicial. El señor Rodríguez no se dio por vencido. Acudió al Tribunal Superior de Bogotá, que también le concedió la razón y ordenó que lo pensionaran. Tampoco Don Leónidas ha dedicado media vida a esa lucha. Hoy es un aciano enfermo de 92 años.
Uno de los casos más dolorosos es el de Carlos Olmedo Ruiz y su esposa. Alba STELLA Riascos, quienes despedían económicamente de su hija Alba, una pensionada que falleció.
Un juzgado laboral de Pasto ordenó a Colpensiones que trasladara el pago a los padres. “Sin cumplimiento” dice escuetamente el reporte de la procuradora Ojeda. Se me olvidaba decir que el padre tiene 93 años y la madre 88.
EL COLOMBIANO.
La voz gangosa de Juan Gossaín la conocen desde hace más de veinte años millones de colombianos que sintonizan la radio. Él habla cada día con presidentes, ministros, militares, policías, parlamentarios, jefes políticos, hombres de empresa, deportistas, escritores, reinas de belleza, cantantes, artistas, gente de la calle. Y nosotros lo escuchamos.
Sin embargo, desde que dejó su puesto de cronista en El Espectador, Cromos y El Heraldo, para vincularse a las cadenas de radio más importantes de Colombia, muy pocos lectores de las últimas generaciones saben que él, en los años finales de la década del sesenta, fue uno de los mejores narradores que tuvo la prensa colombiana.
Tampoco saben que gastó sus días y sus noches recogiendo historias de colombianos de todas las condiciones: inmigrantes que huían hacia Venezuela, músicos, políticos, desocupados que viajaban hacia la costa para enrolarse como cosecheros, gente que gastaba su vida en las parrandas vallenatas y los festivales de fandango, cumbia y porro.
Para que esas historias no se olviden, la Editorial Universidad de Antioquia acaba de publicar un libro con las crónicas y los reportajes de Juan Gossaín en El Espectador. Gossaín nació en San Bernardo del Viento en 1948. Su padre, también llamado Juan, llegó a Colombia en 1918 huyendo de la invasión francesa al Líbano. Al pasar por la población de San Pelayo, se detuvo a escuchar la música de una banda papayera y se enamoró no sólo de esa música sino de una muchacha de la región llamada Berta Abdala.
Juan, el hijo de ellos, creció oyendo leer a su padre los relatos de "Las mil y una noches", una tradición de los inmigrantes árabes. La familia se reunía a leer y a comer en el patio. Cuando murió su padre, para ayudar al sostenimiento de la familia, se vio obligado a aprender contabilidad para trabajar en un molino arrocero de sus primos. Tuvo un intento muy temprano de ser periodista en Cartagena, pero fracasó.
Ahí no acabó la historia. Según le contó a Adriana Mejía, de El Mundo, la culpa de que él se hubiera convertido en narrador la tiene una monja que trabajó en el hospital de San Bernardo del Viento. Cuando ella se fue, en 1958 llegaron al pueblo unas cajas de madera que los braceros descargaron en silencio en la alcaldía.
Al principio nadie sabía qué venía en ellas. Finalmente el contador juramentado del pueblo, que era un hermano de Gossaín, y unos amigos, decidieron abrirlas y empezaron a salir aparatos e instrucciones en inglés. Juan comenzó a traducir los letreros, con la ayuda de un diccionario, hasta que descubrieron que en las cajas venía un hospital completo donado por el gobierno inglés, por una gestión de la monja que había trabajado en San Bernardo. Él se sentó frente a la máquina de escribir del molino y contó la historia del hospital y por ahí derecho la de San Bernardo del Viento, tal como se la contó su hermano. Finalmente, envió la crónica a Guillermo Cano, director de El Espectador.
Un tiempo después supo por un vendedor de jabones que el relato lo habían publicado. Entonces decidió seguir escribiendo. Pasaron varias semanas y el agente de El Espectador en Sincelejo fue a visitarlo y le entregó un pasaje para Bogotá, enviado por el periódico. Él lo guardó más de ocho meses en el fondo de un cajón. Cualquier tarde llegó al pueblo una carta de El Espectador en la que le pedían que se fuera para Bogotá a trabajar como periodista. Hasta ese día, Gossaín fue contador por necesidad. Dejó de trabajar en el molino de arroz, abandonó su sueño de estudiar Derecho en Cartagena y viajó a Bogotá con un vestido de dacrón verde claro que le regalaron los primos y con trescientos pesos que su madre, Berta Abdala, le echó en el bolsillo. También metió en la maleta un ventilador para los calores de Bogotá. El aparato se lo regaló ella, ahora convertida por el milagro del tiempo y de la escritura en uno de los personajes más bellos de su novela "La balada de María Abdala".
Hoy, después de más de treinta años, la voz de Juan Gossaín leída en su libro nos habla de un país convulsionado, pobre, pero también lleno de alegría. Un país de porros y vallenatos, corralejas e invasiones de tierras, un país de políticos decadentes y corruptos y de artistas inolvidables como Leandro Díaz. Un país donde los congresistas y los periodistas se dormían en los largos debates políticos del Capitolio. Un país de gente que viajaba hasta Bogotá sin ninguna esperanza para pedirle al Presidente que les regalara una volqueta.
Un país de compositores como José Barros, de poetas como León de Greiff, de gente sencilla como la que en los domingos subía al cerro de Monserrate, y como la que los 6 de enero se congregaba en el barrio Egipto de Bogotá a rezarle a los Santos Reyes, al Divino Niño y a tomar aguardiente.
El país que relató Gossaín en El Espectador pareciera ser distinto al que halló su padre cuando llegó del Líbano, pero en el fondo sigue siendo el mismo, desde la Guajira hasta los bajos del Sinú, desde la calle 14 de Bogotá hasta las montañas de Chivor, desde las galleras de Sincelejo hasta los salones del Capitolio Nacional.
Atropellado por la necesidad de escribir todos los días sobre ese país, de contar lo que nos pasaba, de hacer la crónica del día, Juan Gossaín fue una de las voces más verdaderas del periodismo escrito colombiano de los años 60 y 70. Después se convirtió en un mito de la radio. Pero los colombianos que lo leímos en El Espectador nunca lo olvidaremos. Para algunos como yo, su trabajo se convirtió en un paradigma.
Colombia es un país que no tiene memoria. Hace muchos años, siendo fiel a su vocación de escritor, Gossaín publicó "La Mala Hierba", una de las primeras novelas colombianas sobre el narcotráfico. Después publicó "La Nostalgia del Alcatraz", una selección de sus crónicas de la revista Semana. Ahora, la Universidad de Antioquia publica "Crónica del día". En este libro, por el poder de la palabra escrita y por el amor del autor por las historias de la gente, se narra y se retrata un país que sólo Juan Gossaín supo contar con su propia voz.
Como su madre solía decir, Gossaín empezó de contador público en San Bernardo del Viento y terminó de contador de historias. Nuestras historias. Que este libro de la Editorial de la Universidad de Antioquia sea un homenaje a esas historias.
LA MALA HIERBA. fue una novela de 1982 producida por Caracol Televisión, escrita por Juan Gossaín, con adaptación para la televisión a cargo de Martha Bossio. Protagonizado por Camilo Medina, María Eugenia Dávila y Mauricio Figueroa.
Ha sido muy polémica la novela para ese tiempo, que hasta en las escenas se reflejaba manera explícita la violencia, en los primeros capítulos cuando asesina a uno de los Morales en un cine, en una casa cuidando dos hijos cuando es asesinado su hijo mayor quien tenía 5 años presenció la muerte a manos de un Miranda.
Fue sido muy polémica la novela para ese tiempo, que hasta en las escenas se reflejaba casi de manera explícita la violencia, en los primeros capítulos cuando asesina a uno de los Morales en un cine, en una casa cuidando dos hijos cuando es asesinado su hijo mayor tenía 5 años presenció la muerte a manos de un Miranda.
Fue tal el grado de la historia que para ese entonces, el presidente Belisario Betancourt obligó a modificar la historia por el cual los villanos y los involucrados en el negocio de la marihuana ganaban terreno sobre los buenos.
Me gusta escuchar este periodista, sobre todo las historias que él narra y que son de nuestra gente autentica como Colombianos que somos, cada historia lo lleva a preguntarse a uno ¿porque pasan estas cosas en un País tan bello y la vez tan hostil?. Que hay periodistas como Juan Gossain para denunciar, y que no quede injustamente como le ha pasado a mucha gente, queda en la impunidad. Que también tienen derechos y él les hace seguimiento. A las autoridades correspondientes lleva los casos y deben cumplir con su deber o sino sera muy sonados las situaciones para que los escuchen. Este blog me pareció interesante sobre el periodismo y su historia ya que permite saber mas sobre los géneros periodísticos, también sobre los grandes periodistas y cronistas de Colombia.
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